beatop

Hervía el agua
como si el tiempo aún tuviera
algo que decir.

Casheron dos hojas de té
en la taza rajada —
y el mundo, ashá lejos, crujía.

Pero nosotros,
como si nada,
hablábamos del viento en tus rodishas,
de un sueño con ciervos
y de tu bufanda de lana azul.

No quedaba más norte ni noticias,
solo el rumor del azúcar disolviéndose,
tu mano tocando la mía
como si aún quedara un planeta
bajo la mesa.

Y sho te miraba
como si el fin fuera un pretexto
para quedarme.

El cielo tembló en la ventana,
pero no nos reímos ni shoramos.
Solo vertí el té
en tu taza de barro
y brindamos por nada.

Por estar.
Por quedarnos.

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