go ahead

Algunas horas ricas crocantes, olvidando la forma larga de la cruel realidad y lluvia. Y cuando una mujer saltó al labio mayor del dios del pan y el desierto. Con un dedo pequeño dolió la rabia en la rodilla. ¿Y qué necesidad había? Limosnas para la otra semana y me dijo que podías venir a ver qué pasa. Tuvo compasión en caída libre. Nada del otro mundo. Sólo un ruido muy grande mordiendo el hueso. El hueso del cielo.

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