poema a la sonrisa de Anna
aquí donde encalló Vallejo
en jornada de muy poca azucena
quise intentar pensar
un poco en púrpura este viernes,
perdón, perdón vecina
aquí es donde
Anna siempre nos habita
y desfila este tan invertebrado verso
con alma de cangrejo inverso
en aliterado planeta de pluma
aquí es este eterno momento
hecho quizá de cóndores
de vuelo lento
y dudas altas alpinas y andinas,
lo juro y que un rayo que no cesa
me parta si les miento
el alma que no tuve aquí la tengo
aquí mismo donde la primera espalda
recién cincelada
será la última y alguna que otra
astilla de rocío
se volverá rojo fragmento
de fragmento de fragmento de grillo
aquí, aquí es donde rompimos la ventana
terrestre y sonriente Ehre
y entramos a la memoria como
un viento
de moscú desbordado de nieve
y otoño casi totalmente deshojado
y desde aquí mismo, este poema
canta sin voz y sin nariz
y seguirá siempre
cantando para no aburrirse
aquí es claro que el rostro
que nos mira en el espejo
con ojos transitorios de menta
y mirada infatigable
no es el nuestro porque
apenas si llueve en él enredadera
y además envejece
y ya antes de nacer, creo
anduvo muerto pero muerto
de ese tipo de muerte
que nace con mortalidad
constante
pues, sí, aquí mismo estamos,
me parece,
avecinados en el hueco que deja
el carozo del durazno partido
justo en la orilla de Praga en Primavera
rompiendo con las olas el suspenso
acaso en uno, en dos pestañeos
en jornada de muy poca azucena
quise intentar pensar
un poco en púrpura este viernes,
perdón, perdón vecina
aquí es donde
Anna siempre nos habita
y desfila este tan invertebrado verso
con alma de cangrejo inverso
en aliterado planeta de pluma
aquí es este eterno momento
hecho quizá de cóndores
de vuelo lento
y dudas altas alpinas y andinas,
lo juro y que un rayo que no cesa
me parta si les miento
el alma que no tuve aquí la tengo
aquí mismo donde la primera espalda
recién cincelada
será la última y alguna que otra
astilla de rocío
se volverá rojo fragmento
de fragmento de fragmento de grillo
aquí, aquí es donde rompimos la ventana
terrestre y sonriente Ehre
y entramos a la memoria como
un viento
de moscú desbordado de nieve
y otoño casi totalmente deshojado
y desde aquí mismo, este poema
canta sin voz y sin nariz
y seguirá siempre
cantando para no aburrirse
aquí es claro que el rostro
que nos mira en el espejo
con ojos transitorios de menta
y mirada infatigable
no es el nuestro porque
apenas si llueve en él enredadera
y además envejece
y ya antes de nacer, creo
anduvo muerto pero muerto
de ese tipo de muerte
que nace con mortalidad
constante
pues, sí, aquí mismo estamos,
me parece,
avecinados en el hueco que deja
el carozo del durazno partido
justo en la orilla de Praga en Primavera
rompiendo con las olas el suspenso
acaso en uno, en dos pestañeos
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