los nombres no duelen
los nombres tienen
una forma de ser
muy humana:
nacen, crecen
se reproducen,
luego envejecen
y finalmente
sólo son
esqueletos de museo
entradas de diccionario
conservadas en babas
de formol lingüísticas;
en el mejor de los casos,
claro, los besa el olvido
quebrando totalmente
su vidrio
su vidrio
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