yo soy tu nada misma
quiero pensar que la paz existe
que tengo algo más que ruido que ofrecerte
que no soy un frío fantasma inconstante, incoherente
el amor que nos venden es algodón de azúcar, es cierto,
por eso nosotros preferimos el desierto
y son siempre siempre tan inútiles los poemas
un poco de sol los derrite
y sobra sol en el desierto
supongo que sólo sé ser un cactus que guarda agua estancada
y da abrazos de oso llenos de púas
un aloe vera sin propiedades curativas
comparto tu tristeza por lo que nos falta
pero la nada tiene la panza muy grande
como las perras que después paren 12 cachorros
y no hay nunca lágrimas ni enojos que nos alcancen
es muy fácil decir, ya pasó, no te preocupes, beibi,
y tristemente no se me ocurre mejor cosa que decirte
hasta mis besos suenan a cuenco hueco recién roto
multiplico el error por minuto
como Cristo los peces y los panes
y enteramente te crispo
mi estupidez sin horizonte te hace respirar distinto
hablarme como al vacío, soy todo ruinas
y obstáculos en tu camino
quisiera re-encarnar en árbol ahora mismo
en la araucaria que crece en la maceta cerca de las lombrices
para ser un pequeño orgullo tuyo aunque sea diminuto
un algo que te alivie el karma del instante
pero tengo las manos vacías, las palabras equivocadas,
la risa llena de moscas, el peso muerto exacto de un momento incómodo,
y está lloviendo con truenos y todo afuera como era de esperar, y vos dormís
y soñás tus paraísos de tierra fértil recién húmeda,
y no te convengo ni un tantico así, como diría Guevara;
yo soy tu nada misma, tu nada eterna inmutable, espesa como la piedra
la nada entera tengo para darte,
esa nada de perra de panza grande