no era un dios de esos
Así es! Dijo una voz detrás de ella
Dejó un libro de cuentos en la mesa? Por su apariencia, desde luego, no lo parecía. Quizà fuera la biblia. No llevaba baño de sol ni corona de disfraces o en cualquier caso sino dos ojos llenos de bondades si a eso vamos. Pero, por supuesto, Marta puede tomar todo tipo de formas, pero esta vez: una mujer mayor con una falda de áspera lana gris en punto arroz destejida. Llevaba un brazo en la cesta y dos o tres ojeras pero dijo, sonriéndole al espejo empañado:
"Ya tienes un fuerte deseo y tambièn un inconsciente colectivo. Lo que está ocurriendo no sólo està ocurriendo. Es como llevar puntos de vista en el bolsillo. Nunca he tratado de mantener lejos de su poder al centro, pero tampoco desprecio el poder perifèrico. Ir a tu madre! Pues ve! Puedo abrir todos tus deseos, escupir las semillas y comerme la pulpa si me place"
Dios miraba con asombro y algo de miedo. ¿No sería un sueño? Estiró sus 8 brazos, se veía la luz del sol al final del tùnel, y luego dejó escapar un profundo suspiro, se precipitó a saltar por el camino de las grandes praderas de lavanda, para encontrarse con su madre seguramente, pero recordò que no era un dios con madre, ni siquiera tenìa un sexo definido, ni mucho menos verbo o sentido.
-¡Martita! ¿Tiene un deseo o no?-- eso ya es otra cosa. Oh, sí! trabajar en las aldeas y comprar sal del himalaya.
Dios se rió y voló sobre el abismo. Lo maravilloso que sería hacer realidad los deseos!, pensò, pero bueno tampoco era un dios de esos.
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