jactancia
jactancia es la fruta sin semilla
una ventana que mira recién
caer la nieve
la sombra que vive por mí
y por mí habla
pierde el filo con el menguar
de la luna
el tiempo es el que hace silencio
mientras pasa el tiempo
el ruido que ponemos dentro
bien puede llamarse mundo
horizonte
una ventana que mira recién
caer la nieve
los ojos aceptan el color sin discutirlo
a veces el huevo equivoca su nido
y cierto que hay cuellos divinos
en súbita sed dulce
centro de la noche que late
después del nirvana de la nieve
tras la legión romana
de gorriones
bajo el cielo nebuloso de junio atardecido
recobrando los bosques del olvido
memorias secas rojas del otoño
en el suelo
ladrido del perro al costado
del camino
huellas, hay sí, sobre el blanco
la escarcha las congela
luto, hay sí, de huesos húmedos
con las orejas frías
vapor en la taza
de té verde
labios secos,
dolor de dientes
nada, ni siquiera la muerte
nada redundante
nada ineludible
ni remotamente
entra la luz por los bordes
en puntitas de pie
y se extingue, siempre
antes de encarnar en colores
dormida la mosca
en la telaraña
un último sueño, o acaso el primero
recorre
instante a instante
el eterno y transparente
laberinto del aire
en esta casa nueva
aquí bajo la sed de la luna
vapor en la taza de té verde
jactancia de la noche sin semilla
una fruta que mira
recién caer la sombra
después del nirvana de la nieve
tras la legión romana
de gorriones
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