soneto a doña Gabriela


                                                  para Gabriela Secchi

Mañana de jueves apenas desvela
la pluma de tu selva, Gabriela.

En puntitas de pie va el fuego
bordea el paraíso de tu ombligo.

Y sube tan florido el sol por tu silueta
y toda tu ternura es su fruta:

Colmando de eternidad el horizonte
mordiéndole los labios al instante.

Así es que el mundo se queda en pausa
con rigor de omnívora hipotenusa

tras el núcleo de su ciego impulso
alucinado, pierde el pulso,

desvestido por tu mejor mirada medusa
y la mañana para siempre inconclusa.



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