mordiendo la mano invisible

poca agua en el cuenco
los ojos descalzos
y todos y todas sedientos

entregar el pan al dios del trueno
quedarse con la mera esperanza
del mordisco
nada de hueso en el hueso
ninguna sangre en el cuerpo
nada de eso

perdido por perdido,
medido en distancias el tiempo
soltando el peso
entero del deformante espejo
rotos por fuera
enteros por dentro
claro que no nos han vencido,

del sol caído
otro sol ha nacido
a paso de esclavos,
detrás de Espartaco
habrá que atravesar
el desierto una vez más

hacer brotar
de cada cruz un bosque
de cada ausencia
un oasis
de cada latigazo
un grito
que colme el eco vacío

el tiempo es un péndulo
mientras nos vamos
ya estamos volviendo





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