hora hasta la cintura


La hora goteaba sangre por los bordes, pero era buena y piadosa. Y de mirada tranquila. Con palabras sosegadas en la punta de la lengua. Respira profundo; una escalera al cielo, y luego halló una puerta. Se abre y accede a un jardín de fuego. A esta altura, la hora precipita en cuerpo. Es la mujer de pelo hasta las rodillas, incendiada casi hasta la cintura. Y después la lluvia la fue apagando. Excepto por los labios.


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