mi ehreridad que no cesa


nube sin lirio fue
dios antes que zafiro
suspiro en su mismo capullo
al pie del pudoroso lunes
de nuestro mejor
y tan otoñal desorden

versos como espigas
de trigo amarillas
aquí secos, pero no
no y nunca desiertos
traen besos redondos que
te echan siempre de menos

Anna, el tuétano
de tu ausencia es jauría
de mis días llenos
de agujeros

de mis porosos tiempos

Anna, mi día de abeja
acaso deshiela la escarcha
de nuestra mística ventana
yo creo que sólo creo en Anna
esa es toda mi religión
no mucho más me hace falta
Anna, la miga de pan de mi paloma
Anna, amiga, hermana
desenjaulemos el timbre
desmenucemos el eco
de la virtud que muge
y nos condena sabiamente
a la libertad de la metáfora
que corre
por las venas del sol
como la sangre

seamos la mañana intermitente
y que nos ilumine la noche
y su lunar esta presencia ausente
acrisoladamente



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