Manuel
Leudada sombra que fuera
Esqueje de su pan y memoria
Angustia de la Italia salobre
Y sangre que también nos sonríe
Muelle de nombres mástiles y flores flotantes
Atardecer de sol hincado en nubes rojas y grises
Juzga el polvo
desde la fruta del trueno
Recién mordida y suelta semilla
Por la noche entre al menos dos fuegos
El tiempo con la piel de gallina
Manuel, lo sé, quizá hubo silencio desnudo
en las raíces, en los poros en los bordes
De bosques
que también
Son verbo y multitudes
Manuel, tal vez en reversibles
ombligos descalzos de mundo
Y de fiebre
Manuel, quizá
la sangre es testigo
Del tiempo que palpita
y corroe
Abriéndole las manos al aire
Parando las orejas del tigre
Inmóvil en la lluvia del templo
Rompiendo en las mareas sin cauce
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